El sistema Hawala, del árabe “transferencia”, es un antiguo sistema bancario que permite realizar transferencias económicas tanto a nivel local como internacional basadas en la mutua confianza entre los contratantes.
Así, para poder comprender los problemas asociados a este sistema, se debe conocer su funcionamiento en profundidad, lo cual se representará mediante el siguiente ejemplo.
Imaginemos que un sujeto en el país A, desea enviar una cantidad económica determinada a un país B. El sujeto del país A contactará con un hawaladar o proveedor del servicio que se encuentre en su mismo país, haciéndole entrega de los fondos que desea transferir, en la moneda del país A y, obteniendo del hawaladar un código de identificación.
El hawaladar del país A contacta con un hawaladar del país B, a quien le pide la entrega del importe equivalente, en la divisa del país B, al beneficiario de la transacción, quien deberá identificarse con el código suministrado por el hawaladar del país A ante el hawaladar del país B para obtener el dinero.
Una vez realizada la transferencia, el hawaladar B obtiene un derecho de crédito activo frente al hawaladar A, debiéndose realizar una liquidación de sus posiciones.
El método más común para realizar dicha liquidación es mediante una “transacción hawala inversa”, es decir, a través de una transacción del país B al país A en la cual intervengan los mismos hawaladars, aunque también se puede proceder a la liquidación de pasivos a través de intermediarios.
El beneficio que obtienen los hawaladars se cobra mediante comisiones o, en su defecto, mediante el diferencial entre los tipos de cambio de las distintas divisas que intervienen en la transacción.
Pues bien, la problemática principal que presenta este sistema de transferencias monetarias es la opacidad en las transacciones, ya que los sistemas encargados de regular la actividad económica desconocen la identidad tanto del emisor como del receptor de la transacción, así como de los intermediarios y el orígen y destino de los fondos, es decir, no son capaces de detectar y detener éstas transacciones.
Ello permite que este sistema pueda ser usado para el blanqueo de capitales, así como, en su gran mayoría, para la financiación del terrorismo y, aunque sea un sistema bancario antiguo que goza de siglos de utilización, es el método de financiación preferido por la gran mayoría de organizaciones terroristas tales como Al Qaeda, Daesh o Hezbolá.
Así, las inteligencias globales y las fuerzas y cuerpos de seguridad de los diferentes Estados, dirigen gran parte de sus esfuerzos a la prevención de estos movimientos financieros ilegales, logrando grandes resultados por medio de numerosas detenciones.
Sin embargo, existe un consenso internacional sobre la medida idónea para detener éstas transacciones, y es la regulación del sistema Hawala. Pero en lo que no hay consenso, es en si establecer una regulación internacional más o menos restrictiva, ya que se argumenta que una regulación en exceso, puede hacer que el presente sistema, se sumerja más en las economías locales, haciendo de esta manera prácticamente imposible su detección.
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